¿Es Nutriscore el sistema más adecuado para informar?
Por Nuria Amarilla. Socia directora de Eupharlaw
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el conocido como “Nutriscore” es el sistema de etiquetado nutricional frontal elegido por España para facilitar a los usuarios una información nutricional más clara, considerándolo la citada organización como un buen punto de partida que aún puede mejorarse.
Entre las ventajas que se le reconocen está la de facilitar que el consumidor pueda determinar, en un primer golpe de vista, qué productos disfrutan de mayor frescura, se consideran no procesados y de temporada (incluyendo algunos envasados) o contienen menos azúcar, sal o grasas. De hecho, es un sistema que actúa como un semáforo nutricional, sirviéndose de una clasificación de cinco letras y colores, en la que la A de color verde oscuro es la mejor opción y la E roja la peor, pasando por la B, C y D.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que nutriscore valora tanto los aportes nutricionales positivos (contenido en frutas y verduras, fibras y proteínas) como los negativos (calorías, grasas saturadas, azúcares y sal) por 100 g o ml de producto, con el fin de comparar aquellos de la misma categoría para que la elección más fácil sea también la más saludable. Además, penaliza las calorías, las grasas saturadas, el azúcar y la sal, por lo que la bollería, los embutidos o los aperitivos quedan identificados como alimentos que tienen una composición nutricional poco saludable.
Entre los que disponen de este etiquetado nutricional frontal están los productos procesados envasados. Quedarían fuera de él los productos frescos, como carnes, pescado, frutas verduras, legumbres; aquellos que solo tienen un ingrediente en su composición (vinagre, miel… siempre que no estén procesados); el café, el té, las infusiones de hierbas y frutas; los alimentos directamente suministrados por el fabricante o tiendas de minoristas en pequeñas cantidades, como los platos preparados; aquellos otros que se venden en envases de menos de 25 cm2 (chocolatinas, chucherías, barritas de cereales; y las bebidas alcohólicas.
Sin embargo, esta forma de presentar la información nutricional también ha provocado un profundo debate, ya que, por un lado, afecta a la buena o mala valoración de productos tradicionalmente españoles, como el aceite de oliva, y, además, cabe preguntarse si este proceso está dentro de la legalidad.
Según señala el abogado Vicente Rodríguez Fuentes, deben tenerse en cuenta factores como el relacionado con la creación de un nuevo derecho alimentario europeo en el siglo XXI que llegó acompañado de una serie de normas, como “el reglamento de información alimentaria al consumidor, que trata de la presentación, publicidad y etiquetado de los alimentos, y el reglamento de declaraciones de propiedades nutricionales y saludables de los alimentos, que “establece cuándo los alimentos se pueden presentar como beneficiosos para la salud, por su contenido nutricional o por sus efectos sobre el organismo”.
Para Rodríguez Fuentes, la polémica del nutriscore viene dada porque, “en teoría, este sistema se presenta como una forma de explicar a los consumidores el contenido de la tabla nutricional que ya se encuentra en la parte de atrás del envase. Pero en la práctica, al dar una puntuación nutricional al alimento se le está clasificando como mejor o peor nutricionalmente, lo que conlleva haber entrado a definir su perfil nutricional”. Según el abogado, esto es algo que “los Estados no tendrían competencia para hacer y que, además, evita el verdadero debate”, relacionado con el concepto de perfil nutricional, en el que ni siquiera la Comisión Europea ha entrado debido a su complejidad.
Son numerosos los expertos que están publicando sobre el etiquetado frontal de alimentos: semáforos nutricionales, “Nutri-Score” y otros, como así se titula precisamente el informe de la Fundación Triptolemos.
Por su parte, organizaciones como la OCU proponen que se vaya un paso más allá en la aplicación del citado sistema de etiquetado, proponiendo mejoras como extender el código cromático de “semáforo” a la información nutricional más detallada que aparece en la parte de atrás de los envases, penalizar productos ultraprocesados o valorar negativamente la presencia de determinados aditivos, como los edulcorantes.
Precisamente el debate sobre los “ultraprocesados” es uno de los aspectos clave relacionados con el Front-Of-Pack labelling. A comienzos de 2021 publicaba Juan Revenga, sobre una mesa redonda organizada por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) en el marco Observatorio de la Comunicación Científica (OCC): cinco perspectivas sobre “una terminología de reciente cuño que parece que ha venido para quedarse y que, con mayor o menor criterio, está en boca de todo el mundo”.
La profesora Silvia Bañares invita a pensar que quizás el problema de los alimentos ultraprocesados puede tener un origen idiomático: ¿deberíamos llamarlos “alimentos ultra-transformados o alimentos muy transformados” con un foco en la tecnología?
Sin embargo, otros colegas como Francisco J. Ojuelos abogan por un sistema como el chileno: “Nutriscore me parece un sustituto impropio del sistema de perfiles de la OMS, pero introduciendo un algoritmo, siempre problemático en derecho, en lugar de simplemente establecer unos límites de nutrientes críticos (azúcares, sal…). Creo que su incompatibilidad con el ordenamiento se ha reforzado a raíz de la STJUE del asunto C-524/2018 y que en nuestro marco jurídico encajaría mucho mejor el sistema de sellos de advertencia como el chileno (al amparo de los artículos 38 y 39 del R. 1169/2011), que es el mejor valorado en uno de los metaanálisis publicados hasta la fecha para compararlos “
El pasado 21 de marzo el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, presentó una Proposición no de Ley para paralizar la implantación del etiquetado Nutri-Score en España a la espera de las nuevas normas de etiquetado nutricional de los alimentos de la UE, que fue desestimada en abril. Sin embargo, la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados ha aprobado, una proposición no de ley presentada por el Grupo Parlamentario de Ciudadanos, y que ha contado con una enmienda transaccional, por la que se insta al Gobierno a adaptar el sistema ‘Nutriscore’ a los patrones de consumo de los españoles.
El debate no solo está servido, sino que sigue caliente…
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