Desperdicio alimentario: causas y soluciones

Supermercado We Food en Dinamarca. Fuente: Positivr.fr
31/01/2017 La situación socio económica que sufrimos desde 2008 nos está sirviendo de espejo en el que ver algunos de nuestros comportamientos cotidianos que antes no reconocíamos como reflejo de nuestra sociedad. El desperdicio de alimentos en los países ricos, a pesar del aumento de personas en el umbral de la pobreza, es un problema preocupante para el que debemos buscar soluciones. ¿Cómo podemos maximizar la vida de los alimentos? ¿Qué acciones pueden beneficiar a las cadenas de distribución y a los consumidores al mismo tiempo?
La Comisión Europea calcula que todos los años se desaprovechan en el mundo más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, un 1/3 de la producción mundial, de los que 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea. Entre un 30% y un 50% de los alimentos que a lo largo de la cadena alimentaria hasta llegar al consumidor, podrían ser aprovechables, se convierten en residuos, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Salvatore Caronna, eurodiputado responsable del informe sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE (2011/2175(INI)), publicado el 30 de noviembre de 2011, afirma que “la falta de conciencia, un mal empaquetado y la confusión con las fechas de caducidad son las causas detrás de este derroche (…). En un momento en el que más de 70 millones de personas sufren la pobreza en Europa tenemos que encarar y solucionar este problema”.
Así, este desaprovechamiento de los alimentos se encuentra directamente vinculado con los malos hábitos de compra y consumo, además de con una inadecuada gestión y manipulación por parte de las entidades responsables de la producción y el suministro. Este desperdicio de alimentos se puede evitar, empezando por entender que el desperdicio alimentario es el conjunto de productos alimenticios descartados de la cadena agroalimentaria por razones económicas, estéticas o por la proximidad de la fecha de caducidad, pero que continúan siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, a falta de posibles usos alternativos, terminan eliminados como residuos, como se recoge en el documento del Parlamento Europeo “Resolución sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE”, en el que clasifican los desechos alimentarios en:
– Desechos evitables: Alimentos y bebidas que estando en perfecto estado para ser consumidos, se eliminan.
– Desechos potencialmente evitables: Alimentos y bebidas que, a pesar de ser comestibles y estar en estado óptimo de consumo, algunas personas los consumen y otras no, dependiendo de cómo se preparen o se elaboren.
– Desechos inevitables: Residuos de alimentos o bebidas que no son comestibles en circunstancias normales (huesos, cáscaras de huevo, pieles de algunos productos).
La concienciación social es una de las mejores herramientas, ya que en los hogares, el desperdicio alimentario alcanza el 42% del total. En la fase de fabricación el 39%, en la restauración el 14% y en la distribución el 5%. Como señala el autor del libro ‘Despilfarro’, Tristram Stuart, en una entrevista para Alianza Editorial y Oxfam, “se desperdicia más comida en el mundo de la que podrían consumir todas las personas hambrientas (…). Nosotros –las personas- tenemos el poder para producir los cambios necesarios si convertimos el desperdicio de comida en algo socialmente inaceptable”.
Sin embargo, Dinamarca parece haber conseguido la llave mágica para encontrar el equilibrio perfecto entre industria agroalimentaria y consumidores finales para evitar el desperdicio alimentario, reduciendo un 25% su desecho alimentario desde 2014. Hace tres años el gobierno danés y otras instituciones se percataron de que cada hogar tiraba a la basura el equivalente a comida de 412 euros, 105 kilos, superando el costo real de alimento en una casa familiar. Por lo que pusieron en marcha cuatro medidas que parecen estar funcionando y que presentan en PlayGround:
- Campaña publicitaria potente a nivel nacional, como Dejemos de tirar comida.
- Cadenas de supermercados activas y concienciadas, abriendo incluso WeFood, un supermercado que únicamente vende productos que ya han caducado pero que aún son comestibles y seguros.
- Restaurantes como parte de la solución y no del problema, con ayuda de aplicaciones como Too Good To Go.
- Cambio de hábitos de consumo de los ciudadanos, con una sociedad concienciada en contra del derroche alimentario.
Para empezar a solucionar un problema, debemos hablar de ese problema. Entre todas las partes implicadas se pueden encontrar un equilibrio. De hecho, abordar el problema puede aportar soluciones y beneficiar económicamente tanto a la industria como a los hogares familiares. Todos podemos solucionar las causas del desperdicio alimentario, ¿empezamos?