Desinfección de establecimientos y fábricas. Industria alimentaria y COVID-19
Desde el comienzo de la pandemia en nuestro país, la industria alimentaria ha desarrollado medidas de refuerzo para la limpieza y desinfección de establecimientos y fábricas en sintonía tanto con aquellas orientaciones publicadas por parte de la Organización Mundial de la Salud como con las elaboradas por las distintas Comunidades Autónomas, dirigidas de forma específica a los sectores predominantes relacionados con dicho ámbito en cada territorio.
Entre las que ya se venían implementando desde el comienzo del estado de alarma, se encuentran el refuerzo de las medidas de organización de la limpieza y desinfección del lugar y equipos de trabajo -con el incremento de la frecuencia en los espacios comunes como recepción, salas de reuniones, mostradores, pomos de las puertas, muebles, suelos, teléfonos, etc.-, el uso de guantes de nitrilo para dichas tareas, la mejora del stock de productos destinados a las mismas y de equipos de protección para evitar quedarse sin ellos (gel o solución desinfectante para manos, pañuelos y guantes desechables, delantales, bolsas de basura, etc.), así como la adquisición de soluciones hidroalcohólicas desinfectantes y su reparto en los centros de trabajo para uso tanto del personal de la propia empresa como del público o el personal externo.
La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ha incidido recientemente en la anticipación con la que el sector abordaba estas determinaciones. Así lo señalaba el pasado miércoles su director general, Mauricio García de Quevedo, en una entrevista para Efeagro, cuando declaró que las fábricas y los establecimientos dedicados al ámbito alimentario “extreman, desde mucho antes de la aparición del coronavirus, todas las medidas de higiene en el proceso de manipulado de los alimentos y en la limpieza de las instalaciones”.
En este sentido, la crisis ha supuesto, principalmente, que se varíen los protocolos de actuación del personal en los centros de producción, ya que “si antes se tenía en cuenta la seguridad y la integridad de los trabajadores, ahora además se va a tener en cuenta su salud en el sentido más amplio”, añadió.
Las citadas variaciones no afectan al hecho de que las empresas alimentarias sigan aplicando estrictamente prácticas que garanticen la higiene de los alimentos en sus instalaciones, de acuerdo con los sistemas existentes de gestión de la inocuidad de los alimentos. Pero añaden que el personal debe seguir prácticas tales como realizar un buen lavado de las manos, utilizar frecuentemente un gel hidroalcohólico, realizar una correcta higiene respiratoria (cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, desechar los pañuelos de papel después de usarlos y lavarse las manos), lavar o desinfectar a menudo las superficies de trabajo y los puntos de contacto o evitar el contacto cercano con cualquier persona que presente síntomas respiratorios (por ejemplo, tos o estornudos).
En relación con lo anterior, cabe señalar que, como es lógico, el negocio de la desinfección ha visto incrementada su demanda significativamente. Varias empresas de higiene industrial de nuestro país constatan un aumento de personal contratado para ofrecer servicios de limpieza en supermercados y el desinfectado por vía aérea de las fábricas de alimentación y bebidas como un extra a su proceso de limpieza y desinfección.
Por sectores, los recursos para mantener estas medidas de higiene van desde el uso de sistemas de ozono, pasando por el refuerzo del servicio de lavandería para los uniformes o contar con el triple de personal de limpieza, hasta la instalación de dosificadores eléctricos de gel hidroalcohólico, entre otros, sumados a cuantos se venían poniendo en práctica con anterioridad.